LEER Y ESCRIBIR EN LA UNIVERSIDAD
LEER Y ESCRIBIR EN LA UNIVERSIDAD
Por: Edwin Alberto Carvajal Córdoba[i]
No hay duda de que muchos de nuestros problemas
en la enseñanza de la lectura y la escritura
son creación nuestra… En parte, los problemas
surgen de nuestras actitudes culturales hacia el lenguaje;
consideramos al lenguaje demasiado solemnemente
y, sin embargo, no con la seriedad suficiente.
Halliday M. A. K.
Para
nadie es un secreto que muchos estudiantes e incluso algunos
profesionales de la Universidad presentan grandes deficiencias de la
lectura y la escritura.
Claro
que este asunto, como dicen varios especialistas del lenguaje, no es
exclusivo de nuestra Universidad, sino que se ha generalizado en todas
las instituciones de educación superior del país. La queja de siempre
para dicha situación es: ¡qué horror, no sabe escribir!, o bien, ¡qué
pobre análisis de lectura!
Las
deficiencias en la lectura y en escritura son un problema heredado de
la escuela primaria y de la secundaria, donde, aparentemente, deben
perfeccionarse las cuatro habilidades lingüísticas: hablar, escuchar,
leer y escribir. Pero la realidad nos muestra que no siempre se logran
los objetivos con respecto al dominio de dichas habilidades, y las
consecuencias de esto las vemos reflejadas en los bajos niveles de
lectura y en las dificultades que presentan los estudiantes
universitarios para la elaboración de textos escritos.
De
las habilidades lingüísticas que posee el ser humano, la lectura y la
escritura se constituyen como las más importantes en el proceso
educativo. Quien hace una buena lectura está en capacidad de comprender,
interpretar y analizar cualquier tipo de texto; y quien escribe bien
posee un gran recurso para la construcción del conocimiento, para el
desarrollo de la cultura y para la comunicación con los demás. Esto, sin
contar con los beneficios personales que nos produce el acto de leer y
de escribir, como entretenimiento o fuente de placer.
Pero,
¿cómo lograr unir estas dos habilidades dentro del marco de nuestra
lengua materna?, ¿cómo lograr que el lenguaje adquiera nuevos
significados a partir de la lectura y la escritura? Halliday afirma que
“si la lectura y la escritura están desvinculadas de lo que el niño
(alumno) quiere significar, de las exigencias funcionales que llega a
presentar el lenguaje, entonces la lectura y la escritura tendrán para
él poco sentido” (1994:268). La tarea no es entonces qué
hacer con el lenguaje, sino cómo hacer para que éste se manifieste como
un potencial de significado en la vida del hombre, y a partir del cual
se pueda comprender e interpretar el mundo.
¿Qué pasa entonces con nuestros profesores de lengua materna, tanto en la secundaria con en la Universidad? Se podría decir
que no le prestan la atención necesaria a dichas habilidades
lingüísticas; por un lado, por el desconocimiento de la importancia que
dichas habilidades representan para la formación del hombre; por
otro, debido a la falta de preparación de muchos docentes que todavía
piensan que la mejor forma de aprender a leer y a escribir es por medio
de la gramática y la ortografía, cuando investigaciones de todas partes
del mundo han comprobado que la más eficaz y verdadera forma de educar
en la lectura y la escritura es leyendo y escribiendo para que nuestros
alumnos cultiven esas capacidades y exploren todas las posibilidades que
ellas le brindan[1].
La
tarea del docente, o de cualquier otro profesional dedicado a la
enseñanza consiste en concientizarse de la importancia del lenguaje para
la vida del hombre, y luego busca estrategias que permitan vivenciar
experiencias de lectura y de escritura dentro de un marco real y
significativo del lenguaje. Debemos construir, como dice Halliday “una
imagen de la lengua que nos permita ver el mundo en que la gente se
comunica realmente entre sí, en que incesantemente intercambia
significados y en que uno y otros ejercen acción
recíproca de manera significativas”. Y además, tener siempre presente
que la lengua es el principal medio de interacción de los miembros de
una comunidad y que por medio de ella logramos construir un mundo
referencial cargado de significados.
Por
otro lado, no debemos tomar estas dos competencias lingüísticas como
una obligación académica, por el contrario, el ideal es que integremos a
nuestra vida y a su práctica –el vivir mismo- una escritura
polifacética que abra nuestro cerebro y nuestro corazón al mundo; y una
lectura racional y apasionada que ponga al alcance de cada uno de
nosotros muchos mundos desconocidos a los que tenemos libertad de
acceder por medio del lenguaje.
Y
si seguimos en terrenos un poco apasionados, diríamos que en la vida
del hombre son individuales cuerpo y alma; asimismo, la lectura y la
escritura forman un solo cuerpo con hálito de vida dentro del lenguaje. Un
cuerpo inseparable que habita en nuestra alma para que reconcilie los
elementos esenciales en el hombre, y un alma que vibre a través de la
lectura y que se reconforte consigo mismo a través de la escritura.
Se
nota hoy, hasta la saciedad, la preocupación de todas las instituciones
y estamentos sociales por las deficientes relaciones que mantenemos con
nuestra lengua materna, y en especial con la lectura y la escritura.
Nombres
como los de Salomón Kalmanovitz, Lucy Mejía, Fabio Jurado Valencia, Luz
Stella Castañeda, José Martín Barbero entre otros, son una pequeña
muestra de profesionales que se han desvelado en su constante dedicación
por encontrar alguna salida a la problemática de la lectura y de la
escritura, tanto en la secundaria como en la Universidad. Pero,
¿serán sus nobles aportes viables de potenciar en un sistema educativo
que ha descuidado la enseñanza de nuestra lengua materna?.
De
nuevo, la tarea es del docente que quiera comprometerse con la creación
de experiencias de lenguaje con sus alumnos, experiencias portadoras de
significados por medio del acto de leer y de escribir, todo dentro de
un proceso educativo conveniente que permita formar profesionales
competentes, capaces de investigar y resolver problemas. Las condiciones
están dadas, el problema está identificado, la tarea es nuestra.
El
problema de lectura y escritura en los universitarios es tan grave, que
la UNESCO decidió crear para Latinoamérica “La Cátedra UNESCO sobre
Lectura y Escritura”. Para la UNESCO el aprendizaje y
desarrollo de la lectura y la escritura se evidencian como los criterios
fundamentales para lograr la calidad y la equidad en la educación.
Además, la Cátedra surge como una necesidad para responder a las nuevas
exigencias que la sociedad está haciendo a la educación: impartir una
enseñanza que permita a los estudiantes el desarrollo de instrumentos
que posibiliten un conocimiento diverso, variable y a la vez profundo
por medio del lenguaje (Martinez, 1996: 1).
Esta
cátedra tiene su sede principal en la Universidad del Valle, y como
subsedes a otras prestigiosas universidades de Latinoamérica. Nuestra
universidad todavía no logra vincularse a esta valiosa y progresista
idea de lecto-escritura que sólo busca hacer más significativa nuestra
experiencia cotidiana con el lenguaje. Sin embargo, un grupo de
profesores de nuestra Universidad está vinculado con dicha cátedra y
viene realizando, en el campo universitario y específicamente en los
cursos de Lengua Materna y Composición, algunos estudios que tienden no
sólo a la identificación del problema (de conocimiento público), sino a
la búsqueda de salidas por medio de herramientas educativas que permitan
el mejoramiento de la lectura y la escritura en los universitarios.
Los
motivos expuestos identifican la problemática educativa actual y sólo
nos resta concluir en aras de una mejoría sincera, que la lectura y la
escritura deben concebirse como el centro del proceso educativo del
estudiante, ya que de estas habilidades intelectuales dependerá en gran
medida el triunfo o el fracaso de dicho proceso educativo. Es necesario,
entonces, que los cursos de Lengua Materna hagan parte del o planes de
estudio de los programas de pregrado que ofrece la Universidad, y
además, que tengan como objetivo primordial el fortalecimiento de las
habilidades lingüísticas que hemos mencionado.
La Universidad
como formadora, no sólo de un espíritu científico sino de hombres
sensibles ante los valores estéticos, debe comprender la importancia tan
significativa que tiene para localidad de la educación el mejoramiento
de las habilidades en lecto-escritura, que como dice la profesora Luz
Stella Castañeda “…se constituyen en el factor principal para la
construcción del conocimiento, y que de su dominio depende el éxito
académico y profesional” (1995: 1).
Nada
mejor que las luminarias palabras de Halliday para cerrar estas
divagaciones que, por cierto, no tienen nada de novedosas, pero que
muestran, desde una visión experimental, una realidad que vive nuestra
universidad y que compromete su labor como constructora de conocimientos
y formadora de profesionales competentes en el uso del lenguaje:
Todavía
hay cierta tendencia a asilar la lectura y la escritura como si no
tuviera nada que ver con la lengua materna, como si fueran habilidades
totalmente separadas para las que el alumno no poseyera ningún
conocimiento previo adecuado… Cuando la lectura y la escritura quedan
divorciadas del resto de la experiencia lingüística del alumno y de su
experiencia en el aprendizaje lingüístico, se constituyen en tareas
huecas y desprovistas de significado.
[1] GOODMAN,
Kenneth afirma que la clave de la eficiencia en la lectura es minimizar
la cantidad de información gráfica que nos es necesaria para llegar al
significado.
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