martes, 1 de mayo de 2012

TECNICAS PARA FOVORECER LA COMPRENSION LECTORA

El subrayado

En términos lacónicos, el subrayado es una raya empleada para destacar ideas o conceptos esenciales en un texto desde una intencionalidad específica. 

No se debe empezar a subrayar sin, antes, haber establecido claramente el propósito de la lectura, porque solamente se conseguirá subrayar de manera indiscriminada y, en consecuencia, infructuosa.

Como recurso intelectual, el subrayado requiere de la activación y entrenamiento previo de ciertas habilidades básicas de pensamiento, como la observación y la capacidad de establecer diferencias y semejanzas. Técnicamente hablando, el subrayado no es otra cosa que el arte de diferenciar entre lo relevante e irrelevante, lo sustancial de aquello que es sólo explicación e información adicional. 

 En la vida académica esta técnica se convierta en una importante herramienta de aprendizaje y elaboración de tareas: esquemas, resúmenes, relatorías, protocolos, reseñas, artículos, ensayos, exposiciones, entre otros. El subrayado es una técnica eminentemente personal, en tanto cada individuo puede crear su propio código de signos gráficos, según lo considere pertinente. Hay que aprender la técnica y utilizarla convenientemente.  Para nuestro caso, emplearemos únicamente, lápiz de grafito y, como algo opcional, el uso de una regla, en lo posible flexible y corta, que pueda ajustarse al tamaño de las páginas.
 
La glosa



La glosa como técnica hace alusión a una nota escrita en los márgenes o entre las líneas de un documento escrito, en la cual se registra la idea central trabajada por el autor o se explica el significado de dichas ideas. Sin embargo, las glosas pueden variar en su complejidad y elaboración, desde simple notas sobre palabras desconocidas por el lector, hasta traducciones completas del texto original, referencias a párrafos similares, entre otras.  

La glosa ha sido una técnica antiquísima acogida por diferentes disciplinas: 

En la Teología Bíblica medieval, las glosas fueron puntos de referencia relevantes, estudiadas y memorizadas prácticamente por sus propios méritos, sin importar su autor.  Muchas veces un pasaje bíblico era fuertemente asociado con una glosa en particular, cuya verdad, numerosos teólogos daban como un hecho.

En Filología las glosas han posibilitado luz sobre el vocabulario de los lenguajes empleados por distintas culturas y grupos humanos.

En Sociología, Talcott Parsons utilizó la palabra glosa para describir el proceso mediante el cual la mente construye la realidad.  Ciertos estudios han demostrado que nuestra mente filtra la información provista por los sentidos.  Este filtrado se produce en gran medida en forma inconsciente, y es determinado por la biología, la cultura incluyendo el lenguaje, las experiencias personales, nuestro sistema de creencias, etcétera; ésta es, según este autor, la razón por la que diferentes culturas crean diferentes glosas.

En la terminología musical, una glosa es un comentario o explicación sobre la ejecución de determinados pasajes de una obra, generalmente instrumental. 

Como técnica para favorecer la comprensión lectora, se asume la glosa en su papel explicativo, a modo de nota, comentario, interpretación, significación, entre otras. Igual que en el subrayado, la glosa depende directamente de la intencionalidad de la lectura; no obstante, ésta guarda una relación directa con el uso personal que se le quiera dar. Para nuestro caso, emplearemos la glosa para sustraer la idea central de un documento escrito. Se sugiere optar por el lápiz de grafito.

La glosa constituye el primer paso hacia la escritura con autonomía.  Quien glosa reconstruye las ideas centrales de un texto con voz personal, bien sea con sus propias palabras o mezclándolas con las del autor original.


lunes, 23 de abril de 2012

LOS ESTUDIANTES ¿LEEN Y ESCRIBEN?




Autor: COLFUTURO
Fuente: Lectores deficientes, también en la universidad. Por Doria Constanza Lizcano para Tiempos del Mundo, año 8, No. 41.
Noviembre 3 de 2005

De los miles de libros que se publican anualmente cada persona, y ciertamente siendo optimistas, lee en promedio dos títulos al año, y generalmente de un solo género, que termina estando relacionado con el trabajo. Es decir, la lectura como pasatiempo está desapareciendo. Sólo cuando los textos se vuelven herramientas de trabajo o de estudio se les abre un espacio para ser explorados.

¿Qué consecuencias ha traído que las personas vean la lectura como una obligación o un requisito más que como un proceso individual de aprendizaje? Lo cierto es que aun en las instituciones educativas, de las que no se salvan ni las universidades, los niveles de lectura y, por extensión, la calidad en la escritura son preocupantes.

Mucho se ha dicho acerca de que no se estimula lo suficiente el tema de la gramática y el idioma en las aulas, pero ciertamente es un problema que abarca muchos más matices.
Por nombrar algunos aspectos, la televisión, medio por excelencia para conocer acerca del mundo y de la actualidad para las nuevas generaciones, no se preocupa lo suficiente por la calidad de su información y el modo en que las cosas son contadas o descritas.

Es pan de cada día que los presentadores de magazines y noticieros no empleen adecuadamente el idioma y, lo que es peor, que nadie de los que trabaja detrás de cámaras lo note. Por otro lado, las telenovelas apelan a su condición de reflejo de la realidad para poner “de moda” usos incorrectos del lenguaje, lo que sólo nos lleva a que el lenguaje coloquial se nutra de expresiones que, al menos por las academias de la lengua, no son aceptadas.

Otro aspecto crucial son los nuevos medios, específicamente los contenidos que se encuentran disponibles en internet. La autopista de la información, apegándose a su naturaleza democrática, ha abierto un especio de libre expresión que, al parecer, bien podría ser una caja de Pandora, ya que, al no haber ningún tipo de control sobre lo que se dice y cómo se dice, quienes manejan la información no se detienen en tópicos como la gramática o la ortografía; aunque tampoco puede decirse que a ninguno le importe, pero siendo el ciberespacio hogar de todos los idiomas y todas las culturas en un tiempo y espacios simultáneos, estos temas no parecen ser una prioridad.

Extrapolando la situación a Colombia, existen muchos aspectos por cuidar. Los docentes universitarios se quejan constantemente de la mala capacidad de análisis de lectura y del desarrollo de ideas por escrito de sus estudiantes. Se dice que la mala preparación proviene de los niveles inferiores de educación.

Las cifras en cuanto a los niveles de lectoescritura son escandalosas. Según estudios de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, el 80% de los estudiantes tiene fallas en la ortografía, el 70% no entiende la idea global de un texto y el 90% tiene problemas con el léxico y los conceptos de un texto específico. Además, hay un gran predominio de la oralidad en el lenguaje escrito; muchos de los estudiantes escriben como hablan.
Carlos Sánchez Lozano, asesor del Cerlalc (Centro Regional para el fomento del Libro en América Latina y el Caribe), afirma que los estudiantes universitarios no lectores cada vez son más y esto, en su juicio, es el reflejo de que la sociedad misma no le pide cuentas al sistema educativo sobre la calidad de la enseñanza que imparte en relación con los procesos de lectura y escritura. Sánchez asegura que la situación es tan preocupante que hay estudiantes universitarios que pasan por la carrera completa sin escribir autónomamente un solo ensayo.

Ninguna de las entidades encargadas de denunciar esta falencia, de prevenirla o proponer una solución sabe a ciencia cierta por dónde empezar a combatir la “informalización” del idioma. Por lo pronto, sólo se le puede recomendar a la población en general que retome el sano hábito de leer por gusto que, a juzgar por el panorama expuesto, es el antídoto más obvio.

¿QUÉ ES LEER?, ¿QUÉ ES ESCRIBIR?


¿QUÉ ES LEER?
 
Leer es un acto de pensamiento que implica una intensa movilización cognitiva para interpretar y construir el sentido de la lectura, en una permanente interacción entre el lector y el texto, que requiere, también, la intervención de la afectividad y las relaciones sociales.
Leer no es, entonces, un simple proceso de decodificación de un conjunto de signos; no es una tarea mecánica, leer es comprender: el sentido del mensaje, quién escribe, para quién escribe, para qué lo hace, qué quiere comunicar... Enseñar a leer es más que enseñar el código lingüístico y sus mecanismos de articulación, lo más importante es entender el lenguaje escrito como otra forma de expresarse, otra forma de “decir” las ideas, de manifestar lo que se quiere. Aprender a leer es llegar a comprender que la lectura transmite mensajes.

Muchas veces creemos que los niños tienen que aprender primero la parte mecánica para llegar después a la interpretación de mensajes, sin embargo, esto no es así. Los niños están en capacidad de comprender lo que leen desde que inician su aprendizaje, valiéndose de muchos medios que podemos enseñarles a utilizar, como por ejemplo: leer las imágenes, reconocer la silueta textual (presentación externa del texto: carta, receta, instructivo), reconocer la intencionalidad por la situación de comunicación (si llegó una carta, si leemos para estudiar o para entretenernos, recibir una circular o un volante de publicidad). Por ello, es preferible evitar el empleo de métodos que enfatizan el desarrollo gradual de destrezas independientes como vocales, sílabas aisladas, palabras sueltas y que dejan para el final la comprensión de lo que se lee, porque así se pierden valiosas oportunidades de aprender y valorar la principal finalidad de la lectura que es la de comprender mensajes.

Los niños, desde el principio de su aprendizaje, deben descubrir lo importante que es saber leer porque les permite comunicarse con otros, recibir e interpretar mensajes, sentir la lectura como fuente importante de placer y entretenimiento. Permite apreciar que el lenguaje escrito es la forma como perdura en el tiempo el lenguaje oral. Con el tiempo, los niños aprenderán también a valorar la lectura como fuente de información y como medio que les ayuda a mejorar sus habilidades lingüísticas.

En la opción educativa de Fe y Alegría, leer es esencial para una educación popular liberadora, de transformación personal y de la realidad. La «lectura de la realidad» requiere de eficientes habilidades lectoras para: mantenerse informado, conocer, ubicarse, comprender e interpretar el entorno, sus situaciones de inequidad y exclusión, para así asumir un compromiso por la transformación. Debemos hacer de los niños lectores críticos, capaces de leer e interpretar los mensajes expresos y los subyacentes, para no ser solamente “consumidores pasivos” como decía Freire.

Leer es la habilidad que permite comprender el lenguaje escrito, descifrar y llegar a comprender el sentido del mensaje; lo que se desarrolla en un proceso dinámico de construcción cognitiva, en situaciones de comunicación real.

 ¿QUÉ ES ESCRIBIR?
 
Todo escrito cumple una función social porque se escribe, principalmente, para comunicar algo a alguien. Quien escribe lo hace para expresar sus vivencias, sus angustias, sus sueños, sus deseos; para solicitar algo que le interesa, para informar, para conservar sus ideas en el tiempo; para disfrutar por el placer de hacerlo; pero lo escribe porque percibe que lo que comunica puede ser valorado por los demás.
Escribir no es, tampoco, una tarea mecánica de codificación, no es suficiente conocer los signos y saber construir con ellos combinaciones. La escritura debe entenderse, desde que se aprende, como un recurso de comunicación que permite representar el lenguaje oral para transmitir mensajes.

El niño que aprende a escribir debe percibir primero que a cada expresión del lenguaje oral le corresponde una representación gráfica, así a cada fonema le corresponde una grafía pero, también, existen otros signos o símbolos que se utilizan en esta representación, como: las tildes que representan la fuerza con que se pronuncian algunos fonemas, los signos de interrogación y exclamación que representan determinadas entonaciones que usamos al hablar, las comas y puntos que representan las pausas, los espacios en blanco entre palabras que representan el final de un término y el inicio de otro... Ir enseñando esto de manera integral y no de manera aislada, mostrarlo en textos completos, usarlos desde el inicio en la producción de textos, ayuda a que el niño entienda la escritura como el sistema que registra el habla y que, tal como ocurre con el lenguaje oral, el lenguaje escrito sirve para comunicar lo que se quiere decir.

Lo más importante, entonces, en el aprendizaje inicial de la escritura no es aprender las “letras” sino aprender el sentido (comunicar) y el mecanismo (representar) del lenguaje escrito; junto con ello se va aprendiendo el trazo de las grafías y su mecanismo de articulación, pero siempre partiendo de un contexto significativo que tiene que ser un mensaje.

Otro aspecto importante, que debe darse simultáneamente, es el de producir mensajes (no sólo copiar textos o escribir textos dictados) ya que la producción de textos desarrolla el pensamiento y la capacidad comunicativa. El niño debe, desde el principio, tratar de traducir ideas y pensamientos propios al lenguaje escrito, usando todos los recursos disponibles a su alcance (imágenes, grafías conocidas, grafismos propios) hasta que esté en capacidad de ir reemplazando sus símbolos por los convencionales.

En este proceso de creación irá perfeccionando su escritura, pues será necesario revisar y mejorar lo escrito para hacerlo comprensible al destinatario. Llegar a ser buen escritor resulta tanto o más difícil que ser buen lector, porque la habilidad de producir un texto exige práctica continua y constante. Requiere leer y escribir mucho, en un proceso continuo de reflexión que facilita el desarrollo progresivo del manejo de la lengua, esto fortalece la habilidad comunicativa.  Escribir es la habilidad de producir textos, con autonomía, para comunicar mensajes a otros. Requiere intensa actividad cognitiva en situaciones de comunicación real.

LA PROBLEMÁTICA DE LA LECTURA EN LA UNIVERSIDAD



Al referirnos a esa relación entre calidad de lectura y éxito académico, abordamos un asunto bastante problemático y que contrasta con la importancia de la lectura: los estudiantes universitarios presentan serios problemas relacionados con la comprensión lectora y con la construcción de textos escritos.

Esta es una queja generalizada entre intelectuales y docentes.  Esas deficiencias en la comprensión lectora y en la construcción de textos tienen consecuencias directas en la formación académica de los estudiantes y, posteriormente, en la baja calidad de los profesionales.

Salomón Kalmanovitz (1989: 16) considera que la universidad colombiana no ha resuelto estas deficiencias lectoras y de escritura, y asegura que “los egresados que cuentan con estas habilidades de lectura y redacción tienen ‘éxito’ en el mercado de trabajo, precisamente porque el nivel medio de los profesionales no cuenta con estas capacidades, con el agravante de que la incultura conduce a la pasividad, o sea, a la carencia de iniciativa para enfrentar y resolver problemas”.

Atendamos también otras reflexiones más recientes:
·         Jairo Montoya, profesor de la Universidad Nacional, piensa que es función de la Universidad continuar el proceso de enseñanza de la lengua materna iniciado en los niveles primario y secundario de educación y asegurarse de que sus estudiantes la utilicen como instrumento eficaz  en la obtención, difusión y creación de conocimiento científico, técnico, artístico y cultural. Sin embargo, las deficiencias lingüísticas y comunicativas con que ingresan los bachilleres al sistema de educación superior entorpecen, en la mayoría de los casos, el rendimiento académico de los aspirantes a un título universitario y dificultan su posterior proyección en su respectivo campo profesional” (1991:3)

“El  descuido en el desarrollo de las habilidades comunicativas por parte de la Universidad, es originado porque se parte del falso supuesto de que el estudiante universitario está en capacidad de ejercer las actividades comunicativas de escuchar, hablar, leer y escribir de una manera eficaz.  Nuestra experiencia docente y algunas investigaciones realizadas nos muestran lo contrario: los estudiantes presentan serios problemas relacionados con la construcción de textos y con la comprensión lectora, que la Universidad debe ayudar a resolver, pero no cuenta con los recursos docentes necesarios para solucionar estas deficiencias” (Marina Parra. 1991: 48).

“Lamentablemente, la mayor parte de los estudiantes de educación superior e incluso numerosos profesionales, tienen serios problemas para escribir argumentos coherentes y convincentes.  Así lo confiesan con frecuencia docentes y profesionales de distintas carreras: abogados, comunicadores sociales, filósofos, sociólogos. Entre las principales causas de este problema habría que citar la ausencia de un currículo de lengua materna orientado a desarrollar habilidades de pensamiento critico y creativo  y al hecho de que numerosos profesores de esta área no han sido entrenados adecuadamente para enfocar, la enseñanza en tal sentido” (Álvaro Díaz, 1996:11).

Finalmente,  María Cristina Martínez, profesora de la Universidad del Valle, afirma que “son muy pocos los estudiantes que a través de su escolaridad han logrado desarrollar estrategias discursivas que les permitan comprender los textos generales y menos aún aprender de los académicos” (1997: 22).
Como vemos, el panorama de esta problemática no ha cambiado en los últimos 30 años.  Léase bien: en los últimos 30 años.

Ante esta situación poco alentadora surgen múltiples interrogantes: ¿cuáles son las causas de esas deficiencias de lectura y de escritura que presentan los estudiantes universitarios?  ¿por qué después de más de 30 años este problema continúa manifestándose más o menos de la misma manera? ¿qué preparación, qué entrenamiento deben recibir los docentes como lengua materna para enfrentar esta problemática en forma adecuada? ¿cuáles son los mecanismos para lograr que los estudiantes realicen lecturas de estudio como auténticas prácticas semióticas, como procesos efectivos de exégesis y hermenéutica? ¿qué estrategias a corto, mediano y largo plazo se deben diseñar, entonces, para ayudarles a los estudiantes a superar esas deficiencias? ¿qué hacer para incidir en el proceso de conocimiento de los estudiantes y desarrollar en ellos unas eficaces estrategias que les permitan alanzar un alto nivel de competencia lectora y escritura? ¿qué es lo que consideramos, por lo tanto, una buena competencia lectora?  Obviamente, ofrecer respuestas satisfactorias a todos los interrogantes no es nada fácil.

Nuestra experiencia docente nos ha mostrado, de modo contundente, que las estrategias encaminadas al mejoramiento de los procesos de lectura y de escritura no pueden limitarse a la pura competencia lingüística ni al manejo adecuado de los códigos gramaticales. Es necesario recurrir también al concurso de las ya varias veces mencionadas competencias semióticas, discursivas, cognitivas y comportacionales, para que el proceso de lectura se desarrolle a cabalidad.

LEER Y ESCRIBIR EN LA UNIVERSIDAD


 
 
LEER Y ESCRIBIR EN LA UNIVERSIDAD
Por: Edwin Alberto Carvajal Córdoba[i]

No hay duda de que muchos de nuestros problemas
en la enseñanza de la lectura y la escritura
son creación nuestra… En parte, los problemas
surgen de nuestras actitudes culturales hacia el lenguaje;
consideramos al lenguaje demasiado solemnemente
y, sin embargo, no con la seriedad suficiente.

Halliday M. A. K.
 
 
 
Para nadie es un secreto que muchos estudiantes e incluso algunos profesionales de la Universidad presentan grandes deficiencias de la lectura y la escritura.

Claro que este asunto, como dicen varios especialistas del lenguaje, no es exclusivo de nuestra Universidad, sino que se ha generalizado en todas las instituciones de educación superior del país. La queja de siempre para dicha situación es: ¡qué horror, no sabe escribir!, o bien, ¡qué pobre análisis de lectura!

Las deficiencias en la lectura y en escritura son un problema heredado de la escuela primaria y de la secundaria, donde, aparentemente, deben perfeccionarse las cuatro habilidades lingüísticas: hablar, escuchar, leer y escribir. Pero la realidad nos muestra que no siempre se logran los objetivos con respecto al dominio de dichas habilidades, y las consecuencias de esto las vemos reflejadas en los bajos niveles de lectura y en las dificultades que presentan los estudiantes universitarios para la elaboración de textos escritos.

De las habilidades lingüísticas que posee el ser humano, la lectura y la escritura se constituyen como las más importantes en el proceso educativo. Quien hace una buena lectura está en capacidad de comprender, interpretar y analizar cualquier tipo de texto; y quien escribe bien posee un gran recurso para la construcción del conocimiento, para el desarrollo de la cultura y para la comunicación con los demás. Esto, sin contar con los beneficios personales que nos produce el acto de leer y de escribir, como entretenimiento o fuente de placer.

Pero, ¿cómo lograr unir estas dos habilidades dentro del marco de nuestra lengua materna?, ¿cómo lograr que el lenguaje adquiera nuevos significados a partir de la lectura y la escritura? Halliday afirma que “si la lectura y la escritura están desvinculadas de lo que el niño (alumno) quiere significar, de las exigencias funcionales que llega a presentar el lenguaje, entonces la lectura y la escritura tendrán para él poco sentido” (1994:268).  La tarea no es entonces qué hacer con el lenguaje, sino cómo hacer para que éste se manifieste como un potencial de significado en la vida del hombre, y a partir del cual se pueda comprender e interpretar el mundo.

¿Qué pasa entonces con nuestros profesores de lengua materna, tanto en la secundaria con en la Universidad? Se podría  decir que no le prestan la atención necesaria a dichas habilidades lingüísticas; por un lado, por el desconocimiento de la importancia que dichas habilidades representan para la formación del hombre;  por otro, debido a la falta de preparación de muchos docentes que todavía piensan que la mejor forma de aprender a leer y a escribir es por medio de la gramática y la ortografía, cuando investigaciones de todas partes del mundo han comprobado que la más eficaz y verdadera forma de educar en la lectura y la escritura es leyendo y escribiendo para que nuestros alumnos cultiven esas capacidades y exploren todas las posibilidades que ellas le brindan[1].

La tarea del docente, o de cualquier otro profesional dedicado a la enseñanza consiste en concientizarse de la importancia del lenguaje para la vida del hombre, y luego busca estrategias que permitan vivenciar experiencias de lectura y de escritura dentro de un marco real y significativo del lenguaje. Debemos construir, como dice Halliday “una imagen de la lengua que nos permita ver el mundo en que la gente se comunica realmente entre sí, en que incesantemente intercambia significados y  en que uno y otros ejercen  acción recíproca de manera significativas”. Y además, tener siempre presente que la lengua es el principal medio de interacción de los miembros de una comunidad y que por medio de ella logramos construir un mundo referencial cargado de significados.
Por otro lado, no debemos tomar estas dos competencias lingüísticas como una obligación académica, por el contrario, el ideal es que integremos a nuestra vida y a su práctica –el vivir mismo- una escritura polifacética que abra nuestro cerebro y nuestro corazón al mundo; y una lectura racional y apasionada que ponga al alcance de cada uno de nosotros muchos mundos desconocidos a los que tenemos libertad de acceder por medio del lenguaje.

Y si seguimos en terrenos un poco apasionados, diríamos que en la vida del hombre son individuales cuerpo y alma; asimismo, la lectura y la escritura forman un solo cuerpo con hálito de vida dentro del lenguaje.  Un cuerpo inseparable que habita en nuestra alma para que reconcilie los elementos esenciales en el hombre, y un alma que vibre a través de la lectura y que se reconforte consigo mismo a través de la escritura.

Se nota hoy, hasta la saciedad, la preocupación de todas las instituciones y estamentos sociales por las deficientes relaciones que mantenemos con nuestra lengua materna, y en especial con la lectura y la escritura.

Nombres como los de Salomón Kalmanovitz, Lucy Mejía, Fabio Jurado Valencia, Luz Stella Castañeda, José Martín Barbero entre otros, son una pequeña muestra de profesionales que se han desvelado en su constante dedicación por encontrar alguna salida a la problemática de la lectura y de la escritura, tanto en la secundaria como en  la Universidad.  Pero, ¿serán sus nobles aportes viables de potenciar en un sistema educativo que ha descuidado la enseñanza de nuestra lengua materna?.

De nuevo, la tarea es del docente que quiera comprometerse con la creación de experiencias de lenguaje con sus alumnos, experiencias portadoras de significados por medio del acto de leer y de escribir, todo dentro de un proceso educativo conveniente que permita formar profesionales competentes, capaces de investigar y resolver problemas. Las condiciones están dadas, el problema está identificado, la tarea es nuestra.

El problema de lectura y escritura en los universitarios es tan grave, que la UNESCO decidió crear para Latinoamérica “La Cátedra UNESCO sobre Lectura y Escritura”.  Para la UNESCO el aprendizaje y desarrollo de la lectura y la escritura se evidencian como los criterios fundamentales para lograr la calidad y la equidad en la educación. Además, la Cátedra surge como una necesidad para responder a las nuevas exigencias que la sociedad está haciendo a la educación: impartir una enseñanza que permita a los estudiantes el desarrollo de instrumentos que posibiliten un conocimiento diverso, variable y a la vez profundo por medio del lenguaje (Martinez, 1996: 1).

Esta cátedra tiene su sede principal en la Universidad del Valle, y como subsedes a otras prestigiosas universidades de Latinoamérica. Nuestra universidad todavía no logra vincularse a esta valiosa y progresista idea de lecto-escritura que sólo busca hacer más significativa nuestra experiencia cotidiana con el lenguaje. Sin embargo, un grupo de profesores de nuestra Universidad está vinculado con dicha cátedra y viene realizando, en el campo universitario y específicamente en los cursos de Lengua Materna y Composición, algunos estudios que tienden no sólo a la identificación del problema (de conocimiento público), sino a la búsqueda de salidas por medio de herramientas educativas que permitan el mejoramiento de la lectura y la escritura en los universitarios.

Los motivos expuestos identifican la problemática educativa actual y sólo nos resta concluir en aras de una mejoría sincera, que la lectura y la escritura deben concebirse como el centro del proceso educativo del estudiante, ya que de estas habilidades intelectuales dependerá en gran medida el triunfo o el fracaso de dicho proceso educativo. Es necesario, entonces, que los cursos de Lengua Materna hagan parte del o planes de estudio de los programas de pregrado que ofrece la Universidad, y además, que tengan como objetivo primordial el fortalecimiento de las habilidades lingüísticas que hemos mencionado.

La Universidad como formadora, no sólo de un espíritu científico sino de hombres sensibles ante los valores estéticos, debe comprender la importancia tan significativa que tiene para localidad de la educación el mejoramiento de las habilidades en lecto-escritura, que como dice la profesora Luz Stella Castañeda “…se constituyen en el factor principal para la construcción del conocimiento, y que de su dominio depende el éxito académico y profesional” (1995: 1).

Nada mejor que las luminarias palabras de Halliday para cerrar estas divagaciones que, por cierto, no tienen nada de novedosas, pero que muestran, desde una visión experimental, una realidad que vive nuestra universidad y que compromete su labor como constructora de conocimientos y formadora de profesionales competentes en el uso del lenguaje:

Todavía hay cierta tendencia a asilar la lectura y la escritura como si no tuviera nada que ver con la lengua materna, como si fueran habilidades totalmente separadas para las que el alumno no poseyera ningún conocimiento previo adecuado… Cuando la lectura y la escritura quedan divorciadas del resto de la experiencia lingüística del alumno y de su experiencia en el aprendizaje lingüístico, se constituyen en tareas huecas y desprovistas de significado.


[1] GOODMAN, Kenneth afirma que la clave de la eficiencia en la lectura es minimizar la cantidad de información gráfica que nos es necesaria para llegar al significado.

BIENVENID@ AL CURSO DE LECTURA Y ESCRITURA ACADÉMICA

 



"La lectura y la escritura constituyen un factor definitivo para el éxito académico y profesional".
"

Mg. Luis Eduardo Pinchao Benavides


 
PROGRAMA ANALÍCO DEL CURSO

1. Datos de identificación del curso:
Naturaleza del curso: Teórico-Práctico
Nº créditos: 1
Semanas: 18
Horas presenciales: 32
Trabajo independiente: 16

2. Objetivo del curso
Potencializar la comprensión lectora y la escritura con autonomía de los estudiantes del programa de Ingeniería de Sistemas.

3. Justificación
Las habilidades lingüísticas de lectura y escritura son definitivas para el éxito académico de los estudiantes. Desarrollar tales habilidades requiere de esfuerzo, tiempo y práctica. De ahí la responsabilidad del personal docente de facilitar y promover dichas habilidades lingüísticas, en todas las áreas y niveles de formación de los educandos.
4. Competencia central del curso

Macro-problema
¿Cómo fortalecer las habilidades de lectura y escritura  de los estudiantes del programa de Ingeniería de Sistemas, con el fin de ayudarles a entrar en el vocabulario del discurso académico de los lenguajes propios de las disciplinas y de las nuevas formas de comprender, interpretar y organizar el conocimiento?
Competencia global
El estudiante del programa de Ingeniería de Sistemas estará en la capacidad de aplicar herramientas conceptuales y metodológicas propias de las prácticas de lectura y escritura, con el fin de afianzarse en el ámbito académico.

Competencias
El estudiante que cursa lectoescritura investigativa:
·         Reconoce diversas formas de acercarse a un texto
·         Realiza lectura literal, inferencial y crítica intertextual
·         Hace lectura comprensiva de textos, identificando ideas fuerza, tesis, argumentos e ideas secundarias.     
·         Identifica la intención comunicativa del autor, a partir del reconocimiento de la tipología discursiva presente en los textos (expositiva, narrativa, descriptiva, argumentativa, etc.).
·         Produce textos de circulación en el ámbito académico con diversas intenciones comunicativas, haciendo uso de elementos de coherencia y cohesión.
·         Toma conciencia de la importancia social y académica del uso de la ortografía, esmerándose en la corrección de sus textos.
·         Respeta y hace uso adecuado de la propiedad intelectual.
·         Consulta, discrimina, organiza y utiliza información con fines investigativos.
5. contenidos curriculares

Unidad Uno: Lectura, comprensión, interpretación
·         Importancia de la lectura y la escritura en el ámbito académico
·         Interdependencia entre la lectura y la escritura
·         Formas de acercarse a un texto
·         Géneros discursivos  y polifonías que subyacen en un texto
·         Técnicas que favorecen la lectura y la escritura académica
·         Problemas frecuentes  en los procesos lectoescritores: No cultives vicios

Unidad Dos: Escritura con autonomía
·         Estructura básica de los textos
·         Preescritura, escritura y postescritura
·         Tipos de párrafos
·         Tipos de textos
·         Coherencia y cohesión en los textos escritos
·         Importancia social y académica del uso de la ortografía
·         La argumentación en la producción de textos
·         Lineamientos generales para la producción de texto que circulan en los ámbitos universitario y profesional
·         El respeto de la propiedad intelectual

Unidad Tres: Lectura, escritura e investigación
·         El texto como instrumento de conocimiento
·         Recolectar, discriminar y organizar información, con criterios de pertinencia y calidad.
·         Reconocer las características de una pregunta de investigación y plantear algunas de acuerdo con diferentes enfoques.

6. Actividades de formación

Actividad
Tiempo presencial
Tiempo independiente
Clase magistral
6 horas

Talleres prácticos (Individual)
18 horas

Mapas conceptuales
2 horas
2 horas
Cine-foro
4 horas

Consultas

4 horas
Resolución de problemas
1 hora
2 horas
Escritura con autonomía
1hora
8 horas

Total: 32 horas
Total: 16 horas


7. Actividades de evaluación

Corte
Estrategia de evaluación
Primer corte
·         Trabajos prácticos
·         Consultas
Segundo corte
·         Cuises
·         Trabajos prácticos
Tercer corte
·         Exposición en plenaria de escritos (escritura con autonomía)
·         Prueba escrita

8. Bibliografía

ALVARADO, Maite et al. La escritura y sus formas discursivas. Buenos Aires : EUDEBA, 2000.

ARAUS, Cándido. Redacción práctica. Guía para aprender a escribir con claridad y precisión. Bogotá: Espasa, 1998. 421 p.

ARAUS, Cándido. Redacción Práctica: guía para aprender a escribir con claridad y precisión. Espasa. Bogotá, 1998. 399 p.

ÁVILA, Fernando. ¿Dónde va la coma? Grupo Editorial Norma. Bogotá, 2001. 156 p.

ÁVILA, Fernando. Español Correcto. Bogotá: Norma, 2002. 478 p.

AVILA, Raúl. La lengua y los hablantes. Trillas. México, 1997. 157 p.

BRUNO de Castelli, Elba. La escritura: Desarrollo de un proceso. En: Literatura y vida. Septiembre de 2004.

DÍAZ, Álvaro. Aproximación al texto escrito. Medellín: Universidad de Antioquia, 1999.

DIEZ LOSADA, Fernando. Lenguaje y periodismo. Trillas, 1996. 192 p.

GOLDIN, Daniel. “Autonomía, diversidad y creación de espacios públicos. Tensiones en torno a la formación de lectores y ciudadanos”. En: La formación de docentes. Memorias 4° congreso colombiano y 5° latinoamericano de lectura y escritura. Fundalectura. Bogotá. Ministerio de Educación Nacional. 13 al 16 de abril de 1.999.

LIBRO DE ESTILO DE EL PAÍS. Ediciones El País S.A. Madrid, 1998. 661 p.

MANUAL DE REDACCIÓN DE EL TIEMPO. Casa Editorial El Tiempo. Bogotá, 1995. 278 p.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Ortografía de la lengua española. Espasa. Madrid. 1999. 162 p.

VIVALDI, Gonzalo Martín. Curso de Redacción: Teoría y práctica de la composición y del estilo. Paraninfo. Madrid, 2000. 539 p.