lunes, 23 de abril de 2012

LOS ESTUDIANTES ¿LEEN Y ESCRIBEN?




Autor: COLFUTURO
Fuente: Lectores deficientes, también en la universidad. Por Doria Constanza Lizcano para Tiempos del Mundo, año 8, No. 41.
Noviembre 3 de 2005

De los miles de libros que se publican anualmente cada persona, y ciertamente siendo optimistas, lee en promedio dos títulos al año, y generalmente de un solo género, que termina estando relacionado con el trabajo. Es decir, la lectura como pasatiempo está desapareciendo. Sólo cuando los textos se vuelven herramientas de trabajo o de estudio se les abre un espacio para ser explorados.

¿Qué consecuencias ha traído que las personas vean la lectura como una obligación o un requisito más que como un proceso individual de aprendizaje? Lo cierto es que aun en las instituciones educativas, de las que no se salvan ni las universidades, los niveles de lectura y, por extensión, la calidad en la escritura son preocupantes.

Mucho se ha dicho acerca de que no se estimula lo suficiente el tema de la gramática y el idioma en las aulas, pero ciertamente es un problema que abarca muchos más matices.
Por nombrar algunos aspectos, la televisión, medio por excelencia para conocer acerca del mundo y de la actualidad para las nuevas generaciones, no se preocupa lo suficiente por la calidad de su información y el modo en que las cosas son contadas o descritas.

Es pan de cada día que los presentadores de magazines y noticieros no empleen adecuadamente el idioma y, lo que es peor, que nadie de los que trabaja detrás de cámaras lo note. Por otro lado, las telenovelas apelan a su condición de reflejo de la realidad para poner “de moda” usos incorrectos del lenguaje, lo que sólo nos lleva a que el lenguaje coloquial se nutra de expresiones que, al menos por las academias de la lengua, no son aceptadas.

Otro aspecto crucial son los nuevos medios, específicamente los contenidos que se encuentran disponibles en internet. La autopista de la información, apegándose a su naturaleza democrática, ha abierto un especio de libre expresión que, al parecer, bien podría ser una caja de Pandora, ya que, al no haber ningún tipo de control sobre lo que se dice y cómo se dice, quienes manejan la información no se detienen en tópicos como la gramática o la ortografía; aunque tampoco puede decirse que a ninguno le importe, pero siendo el ciberespacio hogar de todos los idiomas y todas las culturas en un tiempo y espacios simultáneos, estos temas no parecen ser una prioridad.

Extrapolando la situación a Colombia, existen muchos aspectos por cuidar. Los docentes universitarios se quejan constantemente de la mala capacidad de análisis de lectura y del desarrollo de ideas por escrito de sus estudiantes. Se dice que la mala preparación proviene de los niveles inferiores de educación.

Las cifras en cuanto a los niveles de lectoescritura son escandalosas. Según estudios de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, el 80% de los estudiantes tiene fallas en la ortografía, el 70% no entiende la idea global de un texto y el 90% tiene problemas con el léxico y los conceptos de un texto específico. Además, hay un gran predominio de la oralidad en el lenguaje escrito; muchos de los estudiantes escriben como hablan.
Carlos Sánchez Lozano, asesor del Cerlalc (Centro Regional para el fomento del Libro en América Latina y el Caribe), afirma que los estudiantes universitarios no lectores cada vez son más y esto, en su juicio, es el reflejo de que la sociedad misma no le pide cuentas al sistema educativo sobre la calidad de la enseñanza que imparte en relación con los procesos de lectura y escritura. Sánchez asegura que la situación es tan preocupante que hay estudiantes universitarios que pasan por la carrera completa sin escribir autónomamente un solo ensayo.

Ninguna de las entidades encargadas de denunciar esta falencia, de prevenirla o proponer una solución sabe a ciencia cierta por dónde empezar a combatir la “informalización” del idioma. Por lo pronto, sólo se le puede recomendar a la población en general que retome el sano hábito de leer por gusto que, a juzgar por el panorama expuesto, es el antídoto más obvio.

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